Enterrad mi corazón en el colchón
de una habitación de hotel en Benidorm;
Para que el sol acaricie,
su pétrea superficie
cada mañana
y al llegar la cálida noche
que el aroma a salitre,
el rumor de las olas,
y los gritos de los borrachos,
le sirvan de nana.
Enterrad mi corazón en el colchón
de una habitación de hotel en Benidorm,
para que los amantes
derramen su pasión y cariño,
através de gastados muelles,
y los elefantes rosas
de bretones beodos
que derrochan las sus pocas libras,
ganadas en desagradecidos trabajos,
en ese paraíso con noches de neón,
pantallas de fútbol y sol embotellado,
dancen sobre él.
Enterrad mi corazón en el colchón
de una habitación de hotel en Benidorm,
para que le haga compañia
el tiempo que los jubilados
dejan escapar día tras día,
arrastrado por la brisa del atardecer;
porque nunca tuvo vacaciones,
ni pausa para el cigarro,
tantas veces roto,
pero nunca se salto un latido,
ni dejó de querer.