Cuando las palabras
no valen una mierda
y tu piel se ha convertido
en una nación extrajera.
Tus labios saben a hogar
pero no encuentro mis llaves.
En ese triste momento
en el que nos convertimos
en extraños desertores,
de la única guerra
que mereció la pena luchar.
Somos dos viejos apátridas
en nuestros propios corazones.
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