El tiempo se para
cuando te vas,
pero no nos damos cuenta,
hasta que vuelves
a mis brazos.
Tus parpados
secuestraron el cielo
y la luz del sol,
se fue,
enredada en tu pelo.
Vuelves,
inesperada, dulce, salvaje,
como una húmeda tormeta,
pero lo más importante,
pese que sé que no es verdad,
es que nunca te has ido.
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