En la sala
qué un día fue blanca
esperan pacientemente
la enfermedad y la vejez.
La esperanza
les susurra una nana
qué dice que todo,
absolutamente todo,
saldrá bien.
Por turnos
enfermedad y vejez
van pasando a estancias
cada cual más diminuta
y mal ventilada
dónde la experiencia
las cataloga.
La muerte espera fuera
y a la vez está dentro
muy dentro de nosotros,
los mansos pacientes.
Pero el dolor nos recuerda
qué la parca está lejos,
o eso nos gusta pensar.
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