ni yo en el hombre de tu vida
y puede que la le memoria
ni los versos nos hagan justiticia,
pero fuimos todo eso y más,
por un instante, por una noche
que pareció una vida.
Yo en tus brazos y tú en los míos,
fuimos bellos, perfectos,
como si el universo tuviera sentido
o simplemente en ese momento lo parecía.
Quizá algún día, nos volvamos a abrazar
en nuestra eterna despedida.
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