Nunca me sentí
lo bastante fuerte,
ni me he mirado al espejo
y he visto belleza alguna.
Rara vez he llenado
el vacío que siento
en lo más hondo de mi.
He peleado una vez y otra
hasta quedar sin aliento,
no porque debiera,
simplemente nací luchador.
He encajado demasiados golpes,
algunos me rompieron la cara,
los peores me partieron el corazón.
He besado la lona,
he mordido el polvo,
pero siempre me he levantado,
ya sea con la ayuda
de una mano amiga
o por mi sólo.
Seguí encajando, golpeando,
sangrando, fintando,
ya sea contra las cuerdas
o en medio del cuadrilátero.
Espero que cuando la campana suene por mi,
me pille en pie
y con los guantes puestos.
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