La fortuna rara vez
me ha sonreído,
pero siempre lo ha hecho
una hermosa joven,
con la que me he cruzado
en una calle concurrida.
No me quedará nada
en mis rotos bolsillos,
ni juventud, ni esperanza,
pero temo el día
que pierda las sonrisas
de perfectas desconocidas.
Siempre sois diferentes
pero para mi sois la misma,
la diosa Venus
vive entre vuestros dientes y labios.
Nunca sabré vuestros nombre,
ni conoceré vuestro aroma o sabor,
pero en un perfecto momento
me disteis el regalo más sagrado,
que es vuestra sonrisa.
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