Ya no tengo tu corazón,
ni tus labios, ni tu piel.
Ya no me deseas,
ni pasamos juntos
las noches en vela.
Sólo me queda el dolor
que me causa el peso
de tu infinita ausencia
y me abrazo a el,
como a una tabla
en un violento naufragio,
pues es lo único
que me queda de ti.
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