Vendería gustoso
la poca alma que me queda
por una noche contigo.
Una noche sin nombres,
sin palabras, sin armaduras.
Solos tu, yo y unas sabanas
que habrá que cambiar
cuando rompa el día.
Una noche de juegos,
de explorar y acariciar,
como los niños
que nunca mas seremos.
Una noche sin miedos,
sin normas, sin fantasmas,
sin promesas, sin un mañana.
Pero el Sol brilla tan alto
y la noche nunca llega.
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