Tú corazón de cristal
tirado por la alfombra,
roto en mil pedazos,
se me clava en los pies
cuando doy un paso hacía ti.
La única ventaja
de estar muerto
es que mi sangre
no te manachará el parquet.
Camino y no te molestas
siquiera en alejarte.
Mis pies parecen
putas bolas de discoteca
y tú pareces haber olvidado
que "te quiero" es el pié
para tú monólogo.
Despediría al escritor,
sí no fuera yo mismo
y hubiera cobrado algo.
Otra vez aquí,
cagándola liena a línea
de cara a un portátil
que conoció tiempos mejores.
miércoles, 2 de julio de 2014
Corazón de cristal.
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