Jugué por jugar
y nadie me dijo
que se apostaba.
Yo que nunca supe ganar,
tú con tú mal perder.
Las fichas fueron besos,
las manos las jugamos
en tú blanca piel.
Perdí hasta la camisa,
tú no encontrabas las bragas.
Tan atenta a las jugadas
y yo perdido en tus ojos de gata.
Somos dos faroleros
que no engañan a nadie,
con ases y ochos
escondidos en las mangas.
Fuiste con todo
con el maquillaje corrido
y mi corazón en el bolsillo.
Sírveme otra copa
y reparte cartas
que la noche es larga
y en casa nunca se gana.
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