De niño dormía arropado
por las poco elaboradas mentiras,
que me contaban mis padres.
Cariño, no hay monstruos,
eres muy especial
y serás lo que quieras ser.
Ahora que me duermo
en tus finos brazos.
Nos decimos que nos amamos,
que nunca nos separaremos
y que no hay otros.
Benditas sean las mentiras
que susurramos en la oscuridad,
frutos del cariño y la piedad.
La mentira es la esperanza,
es el brillo de una estrella muerta,
que nos hace creer
que hay un camino de vuelta a casa.
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