Muchos presumen
de escritores favoritos.
Hablan de ellos
y atesoran sus palabras
en polvorientos estantes.
Los coleccionan con ansia
como sí de amantes se tratasen.
Yo en cambio prefiero
a mis minoritarios lectores.
Adoro de una forma extraña
a esos pequeños voyeurs
que se asoman a mi alma,
ya sean casuales e intencionados.
Siendo hermanos
de la insana cofradía
de la larga noche en vela
o duerman en paz
como el peor de los canallas.
Conociéndonos en persona
o en el mayor anonimato de la red.
Sí estás leyendo esto
probablemente seas
uno de mis lectores favoritos.
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