domingo, 21 de junio de 2015

A la luna de Valencia.


Paseo por la ciudad
que me vió nacer
a las horas en las que sólo
se puede comprar droga o carne.
Las chicas hacen las calles
que siglos atrás planificaron,
defendieron y conquitaron otros.
A esas horas en que el asfalto
sólo es cruzado por algún taxi
apurando el turno.
Ahí es cuando luce más bella,
como una amante dormida
tras una noche de sexo salvaje.
Recorro sus rincones oscuros,
que conozco mejor que a mi mismo,
como un turista.
Veo toda su belleza
como sí fuera la primera vez.

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