A veces creo
que he pasado página
y vuelvo a tropezar
con la misma piedra.
Atrapado en el eterno retorno
de tú mirada.
Enredado en la urgencia
de tú pelo, tus labios,
tus senos y tus piernas.
Echo la culpa a la bebida,
a la noche, a la luna
y sobre todo a tú belleza.
Pero siempre acabas
volviendo a mis versos
y a mi loca cabeza.
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