Durmiendo rodeado
de mujeres y gatos,
me arropo con tú ausencia,
ahuecando una almohada
hecha de melancolía.
El colchón es el mismo,
pero yo he cambiado
y tu hace mucho
que nos cambiaste a ambos.
Quizá duermas mejor
en otros colchones
y en más gratas compañías,
pero la noche fui testigo
de que dormimos
más bien poco.
Tu ya no estás
pero no duermo sólo,
aunque las sábanas
aún conserven tú olor.
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