me bañaron en el Jordán
nunca creí en Dios.
El agua y la sangre de dragón
blindaron mi cuerpo
pero no me tocaron el corazón.
Aunque nunca sentí una mano
amiga y celestial en los malos momentos
creí ver su obra en los pequeños detalles,
algunos dicen que esas cosas las lleva otro.
Pese a todo creo en esas sonrisas,
creo en esos labios,
que han tenido tantas caras
y a la vez solo una.
Hace tiempo que no creo en los milagros,
ni tampoco en tus palabras.
Supongo que esa es la manera más difícil
de creer en Dios.