miércoles, 28 de octubre de 2020

Creyente

Aunque al nacer
me bañaron en el Jordán
nunca creí en Dios. 
El agua y la sangre de dragón
blindaron mi cuerpo
pero no me tocaron el corazón. 
Aunque nunca sentí una mano
amiga y celestial en los malos momentos
creí ver su obra en los pequeños detalles, 
algunos dicen que esas cosas las lleva otro. 
Pese a todo creo en esas sonrisas, 
creo en esos labios, 
que han tenido tantas caras
y a la vez solo una. 
Hace tiempo que no creo en los milagros, 
ni tampoco en tus palabras. 
Supongo que esa es la manera más difícil
de creer en Dios.