y los puños me pesan.
Golpeo, finto, encajo,
beso la lona, sin pena ni gloria,
pero siempre me vuelvo a levantar.
¿Cuantos buenos golpes me quedan?
¿Cuantos más podré encajar?
En mi esquina esperando la campana,
rezando por un asalto más.
El dolor me recuerda que estoy vivo
y solo me pregunto
¿Cuando la cuenta llegue a diez
quién me recordará?