Ésta no es mi canción.

Ésta no es mi canción.

Ésta mierda hace tiempo

que no va conmigo.

Cada día siento

que no conecto 

con absolutamente nada.

Cada día siento

menos.

No pesan los años,

ni los kilos de más.

Pesa descubrir

que el mundo gira

mientras estamos quietos.

Nana de invierno.

El invierno es

para la melancolía.

Una pequeña muerte

año tras año.

Un amor marchito,

una naturaleza desnuda.

Recojo los pedazos

de lo que pude arrancar a la vida

durante un año,

cada vez

me parecen más cortos,

y con esos escasos pedazos

intento llegar a la primavera.

El invierno es crudo y revelador,

como como la cicatrices

de mi cuerpo ya maduro,

como la soledad,

como el desamor.

Pero el frío me recuerda

que sigo vivo

y que una vez sentí tu calor.

Una hora.

Ni Dios,
ni Samuel Colt
nos hizo iguales;
Pero si que hay una hora,
en la que ya no merece la pena dormirse
y de la que sólo saldrías de la cama
por un incendio o para mear.
Esa maldita hora,
en la que sólo los peores canallas
duermen en paz,
si que nos hace iguales,
cuando tus fantasmas
son más reales que tú.
Esa puta hora más oscura en blanco,
esa mirada al vacío,
en la que el mierdas de el vacío
no sólo no te devuelve la mirada
si no que además
hace como que no te ha visto.
La hora en que los insomnes
gobernamos la tierra,
la hora de los adictos,
de los corazones rotos,
de los poetas.
La hora de las palabras
nunca dichas,
ni escritas.
La absurda hora en la que no sé
porque no estoy
entre un buen par tetas.