El largo adiós.

Éste largo adiós
a tus ojos azules,
a tu pelo rubio,
a tus húmedas pasiones.
Esos labios gruesos
que saben a hogar y despedida,
en una cama deshecha
que nunca acabó de ser de los dos.
Pero un buen día vuelves
y es como si nunca te hubieras ido,
como si nunca te fueras otra vez.
Por muy lejos que estemos
nunca nos volveremos a perder.

Cada palabra.

Cada palabra que nos une
se enfrenta sin descanso
a las letras que nos separan,
entre las palabras y las letras
hay un espacio infinito y blanco,
capaz de albergar
un millar de cantares,
pero no cabe en él
lo que por ti siento.
Lleno el blanco de la nada
con el negro de las palabras
construyo un puente
con la vaga esperanza
de que una mi rota voz
con tu zurcida alma.

Muñequita de nieve.

Muñequita de nieve
de piel tan blanca y fría
que me quema los dedos.
Tu corazón de hielo
calienta mi sangre
en lo más crudo
de tu frío invierno.
Quisiera que por una vez
te derritieras por mi,
quisiera fundirte a besos.
Pasan las estaciones
por todos menos por ti
y cuando llegue el verano
sé que te echaré de menos.

Diamantes para la eternidad.

Nuestro amor
como un diamante,
forjado por el calor,
por el tiempo
y por el roce.
Algo tan duro
que un mal golpe
lo convierte en arena.
Algo tan eterno y bello
que sólo se encuentra
en escasas cantidades.
Algo cuyo brillo
es capaz de cegarnos.

Todo y nada.

Seré tu fiel amigo
tu cálido amante,
tu húmedo pañuelo.
Lo seré todo para ti
a cambio de nada.
Seré un mentiroso,
romperé tu corazón
si hace falta.
Una palabra mía
bastará para decepcionarte.
Lo seré todo para ti
para lograr no ser nada.
Recompondre tu corazón
pedazo a pedazo
para que se lo regales
a quien tu quieras.
Maullare a tu ventana
como un gato en celo,
aullare como el lobo
a la luna llena
las largas noches
de tu ausencia.
No podré ser todo para ti
pero si me lo pides
no seré nada.