miércoles, 27 de junio de 2012

Roma arde.

Ahora que Roma arde
y a nosotros nos pilla en la cama.
Veo tus inevitables curvas
iluminadas por las llamas.
Todo lo que fuimos arde
y a mi no me importa.
Lo único que necesito
está enredado en mis sábanas.
La esperanza arde
por una guerra que perdimos
mucho antes de empezarla.
Nuestros héroes venden sus medallas
a peso con la chatarra,
para llegar a fin de mes
y pagar la pensión a la mujer
que les dejó mientras luchaban.
Ahora que la vida arde,
que los hombres no son hombres
y hace tiempo
que no nos atrevemos
a llamar a las cosas por su nombre.
Lo dejaré todo arder
sin plantearme
el coger un cubo.
Pienso encenderme un cigarrillo
con las brasas de tu mundo.
Y que el juicio final me pille
acariciando unos muslos.

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