lunes, 26 de septiembre de 2016

Nos gusta ser victimas.

  Si hay algo negativo que hemos heredado de la cultura judeo-cristiana es el positivizar el victimismo. Que nos dijeran de pequeños que un melenudo murió en la cruz por nuestro bien, ha generado un pequeño masoca en todos y cada uno de nosotros.
  Grandes filósofos han tratado el tema mejor que yo, pero quería aportar mi granito al asunto, ya que la gran cuna del victimismo que es Internet me lo permite, me he dado el capricho de sentar cátedra.
  La vida es cruel e implacable con todos en mayor o menor medida, pero nuestro infierno particular está construido por nosotros mismos. Siempre he creído que la verdadera tragedia de la victima esta en el hecho de no haber podido hacer nada para evitar el mal que ha sufrido y que encima se culpa por ello. Eso es lo que te convierte en victima, el que todo lo que has sufrido no ha sido consecuencia de tus actos, pero el cerebro humano es tan complejo que la explicación de que en la vida pasan mierdas no le sirve. El concepto de culpa que nos metieron de pequeños es tan fuerte que hay que usarlo contra alguien y a veces terriblemente se usa contra quien no se debe, o peor aun se culpa a uno mismo.
  Pero últimamente veo un tipo de victima que es antigua como el andar de pie, y es la victima que escoge el rol de victima y se regodea en ello. Cuando todos los elementos para no sufrir el mal que le aflige están en su mano, pero como buen mártir disfruta de su condición de santidad y se regodea en la bondad y superioridad moral que le da el ser la VICTIMA. Esa victima con letras mayúsculas que le convierte en una vaca blanca e intocable. Esa opinión marcada por la dura experiencia que no se puede contradecir sin ser el malvado. Esa victima cotidiana del día a día, a quien el mundo le oprime y nos convierte a todos en cómplices del mal.
   El mas claro ejemplo del victimista se ve en Internet a diario (no lo llamaré victima porque me parece una falta de respeto a las victimas reales y al sufrimiento que acarrean). Ese individuo que cuando algo le molesta no lo dice, pero que al llegar a casa vuelca toda su rabia y fustración en las redes sociales. Esos adalids de causas perdidas e ignoradas por el resto de mortales, esos a los que todo les parece barbarie y opresión.
   El mundo seria un poco mejor si en vez de llorar por Internet abordáramos las pequeñas injusticias de cara. No solo hemos perdido la capacidad de lucha en grupo, de ahí la situación política y social actual, ademas parece que estamos perdiendo la capacidad de luchar cuando algo nos molesta directamente. Somos incapaces de decir a alguien que nos molesta su actitud por miedo a la confrontación, o peor aun, a que piensen que somos desagradables y no se nos acepte.
   No hablo de liarse a hostias por cada pequeña afrenta, hablo de expresar abiertamente y sin rabia que algo te disgusta o te incomoda. Cuando una palabra o un acto te molesta dilo, sin acritud. Para que el mal triunfe solo que hay que permanecer pasivo ante el, y permanecer pasivo cuando abusan de ti te hace cómplice de ese mal. Cuando consientes que te hablen mal, cuando aguantas a ese amigo borracho que se porta como un imbécil, cuando le aguantas el rollo a un pesado que no conoces... Di que su tono te ofende, di a ese amigo que va ha salir de fiesta con el su puta madre, di a esa persona que no te interesa la conversación o que no quieres nada con ella. No tengas miedo al rechazo social por expresar tu disgusto, no estas solo, el mundo esta lleno de personas como tu, e incluso puede que la persona que te molesta no es consciente de ello. El primer paso es exteriorizar tu descontento con la situación y buscar una solución. Si no puedes solucionar el conflicto por ti solo o porque la otra persona no atiende a razones, nunca dudes en pedir ayuda, no estas solo, el mudo esta lleno de gente que solo quiere ayudar. Pero sobretodo actúa en el acto, que quede claro al causante de la situación el efecto que ella tiene en ti, el noventa por ciento de las veces ayudara a esa persona a cambiar de actitud.
   El resumen de lo que intento explicar es que asumir el papel de victima te convierte en cómplice de lo que odias. La culpa no es de la sociedad, es de las personas que permanecen indiferentes e incluso se regodean en esas pequeñas injusticias cotidianas. El constructo social lo hacemos entre todos día a día, por favor no llores en Internet lo que no has sabido defender como individuo. Afrontad los pequeños obstáculos y luego los grandes no os parecerán tan grandes. No digo que por decir a alguien que te incomoda en un bar o en el metro vas a conseguir la paz mundial, pero quizá si que consigas que actitudes cambien para todos.







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