domingo, 20 de febrero de 2011

DIOSES, MONSTRUOS Y ALMAS PERDIDAS.





      Hay un momento en toda noche, en que todo el pescado esta vendido. Un tiempo muerto antes del alba, en el que los que buscaban algo ya lo han encontrado, o se han vuelto a sus fríos lechos decepcionados.  Esa es la hora mágica paras las autenticas razas de noche. Un instante para la gente que sólo tiene como objetivo perderse a sí mismo en la oscuridad.
   Eran las 6 de la mañana del final de una noche en plena crueldad invernal. El comedor de la guarida de Gabi parecía el camarote del capitán de un galeón naufragado. Botellas, copas a medio terminar y papelinas poblaban una habitación llena de humo. Entre los restos del naufragio solo quedábamos tres almas perdidas sentadas en los sofás.
   -Joder, no me puedo creer que digas en serio que prefieres a David Gilmour como cantante.- José se burla de un J.L. ya un poco mosqueado.
    -Ni yo que defiendas al capullo del primer cantante.
    -Roger Waters fue el segundo cantante. El primero fue Sid Barrett. Tienes la cultura musical de una alcachofa.
    - Si quieres que nuestra amistad no termine en traumatismos múltiples, vete a por esa joya de islas que se que tienes escondida en el congelador y dejemos el tema.- Algunas veces pienso que esos dos hablan en marciano.
   -Cachorro, pinta unas seis. Ya que has aguantado hasta el final como un hombre, estás invitado a nuestra fiesta privada.
Me puse a la faena mientras José se iba hacia la cocina y J.L. sacaba una caja de 5 Montecristos de su chupa.
    José sirve las copas,  después de las rayas y el trago más amargo que he probado en mi vida, nos encendemos los habanos. Todo tenía un aire ritual. Como una especie de misa negra. Charlamos despreocupadamente hermanados por la malta de 12 años, la coca y el humo.
     -Cachorro, cuenta a José lo que te pasó después de que me relevaras el martes.
     -Me da un poco de corte. Me lleva pasando toda la semana y solo te lo he contado a ti.-La verdad es que no tengo ningunas ganas de hablar del tema. Ya cuando se lo conté a José me sentí como un crío.
     -Tranquilo, soy portero, escucho marcianazas todas las noches.
     -Y nunca está de más alguna historia extraña para acompañar la hora de los zombis. Considéralo tu pago por el whisky y el puro.
     -Vale, pero no os riáis. La pasada noche del martes estaba de vigilante nocturno en un centro comercial. Serían las tres de la mañana y mientras hacía la ronda. Empecé a oír unos golpes. Me acerqué al pasillo de donde venían y vi que era un cartel enorme de esos de rebajas que cuelgan del techo, que golpeaba una estantería como si fuera un ariete. Lo pare y me di la vuelta para seguir con la ronda. Pero antes de que saliera del pasillo el cartel volvió a dar golpes.
     -Yo no preocuparía por eso.-Interrumpió J.L.
     -En ese momento no lo hice. Pero ahí no acaba el asunto. Me volví a parar el puto cartel y empecé a mirar si lo movía alguna corriente de aire. Ya sabéis,  lamiéndome el dedo y chorradas por el estilo. Estuve como cinco minutos y nada; ni aire, ni movimiento por parte del cartel. Me harté de intentar averiguarlo,  seguí con la ronda y tal como salí del pasillo, volvieron los golpes. Ahí fue cuando empezó el mal rollo.
     Empiezo a pintar otra ronda, José rellena las copas y sigo con mi historia. Ninguno de los dos dice nada.
     -Intenté hacer como si nada, hice la ronda con esos golpes de fondo. Pero lo que me cago de verdad, es que cuando volvía hacia el cuarto de cámaras un cartel se puso a dar golpes delante de mí. Más cabreado que acojonado fui a pararlo. Y antes de que lo tocara paro en seco. Entonces me fui al cuarto de vigilancia y no salí de ahí en toda la noche.
    Los dos están callados. Yo por mi parte me hago la raya que acabo de pintar.
    -Buena historia. ¿Has vuelto ahí?-Pegunta José.
    -No, tengo libre hasta el domingo y no tengo turno de noche hasta el lunes.
    -Cachorro, yo de ti pasaría del tema. La noche esta llena de cosas que nos acechan y se alimentan de nuestros miedos. Si no le haces caso, no pasará de un poco de ruido molesto. Ya he pasado por eso.-Dice J.L. en tono paternal.
   -Supongo que tienes razón. Ya que estamos con el tema ¿Qué es lo más acojonate que os a pasado?
   -Nuestro club de la medianoche particular.-Bramo J.L. riéndose.-Cuenta algo oscuro y acojonante José.
   -Me sé una.-Pega una calada a su puro y mientras exhala contempla el humo como si hubiera algo escrito en el.- Era el año 98 y estábamos en unas maniobras con la BRIPAC. Íbamos tres tíos en un 4x4 por el monte por un camino de cabras a abastecer a unos mendrugos en un puesto avanzado. Llevábamos un rato en ruta y yo estaba de copiloto. La noche era oscura como pocas he visto. Y cuando estábamos en medio de la nada, la luces alumbraron en la montaña de enfrente algo negro y enorme que bloqueaba el camino. Era como un montón de carbón o pizarra de unos 3 metros de alto con lo que parecían dos reflectores en la parte de arriba. El camino giraba y bajaba, así que ya no podíamos ver el objeto, pero sabíamos que estaba a unos 200 metros y que si en efecto bloqueaba el camino, tendríamos que buscar una ruta alternativa. Estábamos discutiendo el tema el conductor y yo cuando llegamos al punto. Pero ahí no había nada en el camino.-Da un trago al escocés,  mira el vaso.
    -El conductor paro el coche, estaba acojonado. Decía que debía de ser un animal, algo como un oso. Pero ambos sabíamos que no hay animales tan grandes por esa zona. Y aunque no lo admitiéramos, teníamos claro que no era un obstáculo natural, ni un efecto óptico lo que vimos. Pese a las quejas del conductor y del que iba detrás cogí mi CETME y baje a ver qué coño era eso. Me separé del coche y del camino adentrándome en el bosque. Pero lo que me heló la sangre es que no se escuchaba nada en el bosque. Estaba en silencio como expectante o como si lo que hubiera en el, hiciera callar a la naturaleza a su paso.
    -¿Y no lo viste, no sabes que era?- Pregunté. El puro se me había apagado.
    -Ni idea, por lo que a mi respecta, en esa zona había un antiguo poblado íbero. Podría ser una de esas cosas que habitan en los bosques. Antiguos dioses y demonios que ya no tienen cabida en nuestro mundo.
   -Eres un romántico. Otra ronda de Islas y mandanga. Ahora me toca a mí.
   Tras esnifar, beber y volver a encenderme el puro J.L. empieza su peli de miedo.
   -No sé si fue de verdad o alucine de lo fumado que iba. También me ocurrió en el ejército. Estaba en un polvorín en un cerro perdido de la mano de dios. Era toda una montaña escavada en plan peli americana. Ahí no había nada,  sólo la puerta gigantesca del polvorín, la montaña, una garita destartalada y yo. Eran las tres de la mañana y hacía un buen rato que me habían dejado ahí los del relevo. Llevaba una fumada del quince e intentaba no emparanoiarme demasiado.-José se descojona.
   -¿A quién se le ocurre?- Dice meándose de la risa.
   -Era un crío, no me jodas. Bueno, el caso es que noté como si me observaran desde la garita. Me empecé a fijar y vi una silueta dentro. La silueta empezó a asomarse poco a poco, era un chaval vestido de uniforme al que le faltaba media cabeza. Como si se hubiera metido el arma en la boca y hubiera apretado el gatillo.
    -¿En  plan el niño del sexto sentido?
    -Sí, chaval, eso mismo. Y no me dijo nada, pero me miraba como diciéndome, ven conmigo. Joder, me cagué vivo y hasta cargué el arma.
    -Con la fumada que llevarías, lo raro es que no te volaras las pelotas.
    -Ya te digo. Desde entonces no fumé porros hasta que me licencié y nunca me metí en una garita, ni aunque diluviara.
    -¿Crees de verdad que alguien se voló los sesos en esa garita? –Pregunté.
    -Creo que no hay garita en cuartel alguno donde un pobre gilipollas no decidiera acabar con todo. –A José se le cambia la cara mientras me habla.
-Una vez vi a un chaval de reemplazo meterse un fusil en la boca. Tuvieron que recoger trocitos de su cráneo por medio campo de tiro.
     -Yo sé lo que vi y os juro que fue real. Fumado o no.
    Entones José levanto su copa.
    -Por un mundo de dioses, monstruos y almas pedidas.
    Brindamos y en ese instante la luz del sol empezó a entrar en la lóbrega habitación. La noche se fue sin engullirnos. Al menos esta vez…







4 comentarios:

  1. wow..... historias para comer techo^^

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  2. peázo historia macho !! hay una segunda ???? poniendome en lugar del fumaete, yo creo que me habria encomendado a alguien y poco mas jejeje

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