Tuve empacho de gloria
bajo tus inmemoriales estandartes.
Me helé de soledad y sombra
en tus destartaladas cárceles.
En tus innumerables fiestas baile,
disfrute y bebí hasta artarme.
Bajo el rojo de tus atardeceres ame
tan generoso como inconstante.
Patria siempre dividida,
hija de mas de mil padres.
Madrastra buena y querida,
exigente y desentendida madre.
no te abandonare porque eres mía;
Nunca dejare de amarte;
aunque solo me des miseria y compañía
y no merezcas ni una gota de mi sangre.
Picassent, otoño de 2011.
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