Entre los barrotes de la ventana
que hay en mi celda puedo ver
una camiseta blanca y sucia
enredada en alambre de espino.
Parece un pájaro de origani,
hermoso contra un cielo
que nunca me pareció más azul.
Desde el chabolo trenta y seis
veo a los pájaros sobrevolando
los grises y espinados muros.
En éste mundo al revés
yo soy el que canta en su jaula.
A veces sueño con esas paredes
manchadas de nicotina y tristeza.
Algo de mi sigue allí,
pese al cemento y el acero,
nunca me he sentido más libre.
domingo, 19 de enero de 2014
Desde mi celda.
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