sábado, 26 de abril de 2014

Viejos desconocidos.

La carne se enfrió
y el viento arrastró
mis tristes versos al olvido.
Barridos y escondidos
bajo la alfombra,
junto con todas aquellas
palabras de amor
que nos susuramos al oído.
Sin una muerte heroica,
sin una última batalla,
casi sin darnos cuenta
todo estaba perdido.
Y esos hermosos ojos
en los que tantas veces me perdí,
me miraban otra vez fríos,
como a un viejo desconocido.
Sí hay algo más triste
que un largo adiós,
es el no molestarse en decirlo.
Te lo dice alguien que
nunca supo despedirse,
ni callar, ni rendirse,
y nunca supo vivir sin ti,
ni tampoco contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario